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28 jun 2008

Perversiones c1 [FanFic]

Título: Perversiones
Categoría: Naruto Personajes: Hinata X Sakura
Género: Romántico, Yuri
Clasificación: no -16 años
Advertencia: Lemon
Capítulo: 1 de 15 Finalizado: No
Resumen: Imagina a la joven Hinata en una relación. ¿Ya? Pues en este fic no saldrá como te la has imaginado.
Nota: Este fanfic es un conjunto de One-shots de distintas y extrañas parejas, tanto yaoi como yuri conectados entre si por pequeñas cosas.


La joven caminaba tambaleante con lágrimas en los ojos hacia el despacho del director. Tenía el alma destrozada por la escena que había visto poco antes:

Caminaba por el pasillo del instituto con calma, sin preocuparse de la hora porque siempre llegaba pronto. De pronto escuchó unos gemidos y se paró en seco. Se acercó a una puerta entreabierta. Creyó que le estaban haciendo daño a alguien. Se asomó con precaución, vio unas ropas por el suelo que le resultaron familiares. Más adelante vio el cabello rosa de su compañera, que en ese momento le daba la espalda, estaba sentada sobre la mesa del profesor y estaba... ¡estaba desnuda! ¿Pero qué hacía? Entonces vio levantarse la cabellera rubia de Ino. Estaba frente a Sakura, también desnuda y jadeante, con una sonrisa de satisfacción.

—Tienes una buena lengua—le escuchó decir a Sakura.

—Probemos ahora la tuya—le respondió Ino

Sakura se levantó de la mesa y se acercó a la joven, se agachó y comenzó a lamer con deseo el sexo de su compañera, esta gemía y cerraba los ojos sintiendo gran placer. Hinata las observaba temblando, las lágrimas comenzaban a surgir de sus ojos casi blancos. Como podía estar pasando aquello, como podía hacer aquello Sakura, su Sakura, la primera persona a la que había querido de verdad. Observaba el cuerpo desnudo de la pelirrosa, era tan perfecto, tan lindo, Sakura siempre estaba preocupada porque creía estar gorda, pero era mentira, para Hinata su cuerpo era perfecto y le dolía en el alma que otra persona lo estuviera tocando de aquella forma.
Salió corriendo sin que las jóvenes en la clase se dieran cuenta de que las había observado. Corrió por los pasillos hasta que salió del instituto y se quedó en un pequeño parque solitario. Al poco rato, cuando iba a comenzar la segunda clase, un profesor pasó por allí en dirección al instituto. Se paró extrañado frente a ella.

—Señorita Hyuuga, ¿qué hace aquí?, debería estar en clase—la muchacha lo miró sin saber qué decir.

—Emm… yo… esto…

—Por favor, acompáñeme al instituto—le dijo el profesor extrañado de ver allí a la joven Hyuuga ya que nunca había cometido ningún tipo de falta.

La ojiblanca acompañó al profesor sin decir palabra. Él la dejó en el pasillo, después de haber hablado él con el director, para que ella misma fuera a su despacho y hablara con él. Y aquí volvemos al principio. Llegó a la puerta y tocó suavemente.

—Adelante—escuchó decir.

La joven pasó cabizbaja sin atreverse a mirarle a la cara. Él la ofreció asiento y ella lo aceptó en silencio.

—Señorita Hyuuga, ¿Por qué no estaba en clase?—preguntó él con su voz oscura.

—Yo… esto… yo…—era incapaz de contarle lo que había ocurrido.

—Las viste ¿verdad?—dijo con calma.

— ¡¿Qué?!—le miró sorprendida.

Orochimaru tenía una sonrisa perversa en su rostro y miraba ardientemente a la joven que tenía las mejillas ardiendo.

—Viste a tus dos compañeras en la clase, haciendo lo que no debían. Por eso te fuiste y no has venido a la primera clase—su voz hacía temblar a la ojiblanca.

—Yo… director Orochimaru yo… —comenzaba a respirar agitadamente y se acaloraba por momentos, recordando aquella escena.

—Cálmate pequeña, dime, ¿a cuál de ellas deseas?—preguntó sin pudor alguno.

Ella no supo que decir, ¿Cómo podía saber eso su director? Se puso cada vez más nerviosa y acabó desmayándose.

Abrió los ojos confusa, sin saber lo que había sucedido. Observó a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en la enfermería del instituto. Una mujer con bata blanca estaba sentada cerca de ella. Cuando percató de que había despertado se acercó a ella y comenzó a preguntarle cómo se encontraba, pero la Hyuuga seguía en estado de shock y no decía nada. La enfermera miró tras de sí y salió de la sala. El director Orochimaru estaba ahora junto e ella con una gran sonrisa.

— ¿Ya te encuentras mejor Hinata?—le preguntó acariciando suavemente sus cabellos.

—Yo… director yo… —ella se estaba poniendo de nuevo muy nerviosa.

—Tranquila pequeña Hinata. Yo voy a ayudarte a que tengas lo quieres—la joven lo miró sorprendida y extrañada.

Orochimaru colocó un dedo en el cuello de la joven y realizo un pequeño símbolo transmitiéndole energía. La ojiblanca emitió un débil grito que fue ahogado por la mano del hombre que no borraba de su rostro aquella sonrisa tan escalofriante. La muchacha quedó inconsciente de nuevo pero a los pocos minutos abrió de los ojos. Orochimaru ya no se encontraba en la sala, estaba sola. Se sentía extraña, un pequeño dolor punzante en su cuello y un calor extraño que recorría todo su cuerpo y se intensificaba en ciertas partes. Su mente se nubló un poco y su respiración se agitó. Sintió una necesidad imperiosa de acariciarse y satisfacerse. Solo había hecho aquello una vez antes y le había dado tanta vergüenza, a pesar de que no la habían visto, que no volvió a repetirlo. Metió una mano bajo su camiseta y comenzó a acariciarse los pechos mientras que la otra mano la llevaba bajo sus braguitas y se acariciaba cada vez más intensamente hasta que no pudo más. Roja, pero esta vez no de vergüenza, se colocó la ropa y salió de la enfermería. La anciana enfermera intentó detenerla pidiendo que descansara más, pero ella hizo caso omiso a sus palabras. Sin saber porqué se encamino por los pasillos buscando algo. Las clases estaban en el receso de la comida y, como siempre hacía, Sakura fue a comer a un aula vacía. Normalmente comían allí juntas pero no había visto a Hinata en toda la mañana y estaba comiendo sola. Vio abrirse la puerta y entrar a su pálida amiga con el rostro sonrojado, cosa normal en ella. Pero esta vez la joven Hyuuga la miraba directamente a los ojos con un brillo extraño.

— ¡Hola Hinata! ¿Estás bien? No has aparecido en toda la mañana y eso no es normal en ti—le dijo Sakura con su gran sonrisa.

—Sí, estoy bien, mejor que nunca—hablaba con un tono extraño y con demasiada seguridad para ella.

— ¿Seguro que estás bien?, te noto extraña—la ojiblanca se acercaba poco a poco a ella y parecía que no iba a detenerse—Hinata, ¿qué haces?—preguntó cuando la joven la acorraló contra la mesa.

—Tranquila, vas a disfrutar—aquellas palabras no parecían haber salido de su boca.

Puso las manos sobre la mesa a ambos lados de la pelirrosa para que no pudiera escapar. Acercó su rostro al de ella hasta que sus labios se juntaron en un intenso beso. Sakura estaba muy sorprendida y no entendía lo que estaba ocurriendo, aquella no podía ser su amiga, Hinata jamás se comportaría así. La lengua de la Hyuuga comenzó a lamer sus labios intentando que los abriera pero ella se resistía. Cogió a la ojiverde con una mano por la cintura y con la otra sujetó su rostro para que la mirara.

—Si con esa estirada de Ino disfrutaste, conmigo lo harás mucho más—le dijo volviendo a besar su labios.

Sakura estaba paralizada por lo que le había dicho. ¿Cómo era posible que supiera esto? Ino y ella mantenían bien guardado el secreto.

Aprovechando su sorpresa la ojiblanca introduzjo su lengua en la boca de la pelirrosa y exploró cada rincón de su cavidad. Sakura intentaba separarla pero le era imposible, en aquel momento Hinata tenía una fuerza increíble. La ojiblanca comenzó a acariciar el cuerpo de la muchacha que tanto deseaba. Comenzó a quitarle la ropa mientras su cuerpo se calentaba cada vez más. Sakura sentía sus intensas caricias, sentía su pasión y su deseo y no pudo reprimir algunos gemidos. Hinata comenzó a bajar por su mejilla hasta su cuello, comenzó a mordisquear, lamer y besar cada centímetro de su piel. Sin darse cuenta ambas estaban desnudas, apenas con las braguitas y las medias cortas y zapatos puestos. Las manos de la Hyuuga parecían expertas recorriendo todo su cuerpo haciéndola estremecer de placer. Ya no luchaba, ahora dejaba que su amiga hiciera lo que deseaba sin importarle ya nada. Hinata la tumbó sobre la mesa del profesor dejando sus piernas abiertas frente a ella con su sexo ya húmedo aun bajo la ropa interior. Comenzó a acariciarla por encima de la braguita, pero era incapaz de esperar, prácticamente se las arrancó y comenzó a lamerla y darle pequeños mordiscos que hacían gemir a la pelirrosa. Con una mano acariciaba su muslo y su trasero mientras con la otra le acariciaba los pechos. Sakura sujetó los cabellos de la Hyuuga para que profundizara más con su lengua. Después le metió un dedo y otro más en su interior, profundamente, aumentando los movimientos mientras le acariciaba los pechos con la otra mano y lamía sus pezones mordiéndolos con intensidad. Hasta que la pelirrosa no pudo más y se corrió.

— ¿Por qué?—le preguntó la pelirroja jadeante.

—Porque lo llevo deseando desde que te vi la primera vez y al verte con esa baka de Ino no aguante más—le contestó volviendo a besarla.

Aquella no era la Hinata que Sakura conocía, tan dominante e intensa, sin vergüenza alguna. La Hyuuga estaba más excitada a cada segundo, con aquel cuerpo que tanto deseaba bajo el suyo propio. Sin saber porque desvió la mirada a un cajón abierto de la mesa y vio algo que le excito aun más y que podría utilizar para sus nuevos juegos. Se apartó de la pelirrosa y cogió aquel alargado objeto de color rosáceo. Dio a un botón y se puso a vibrar sobresaltando a la joven sobre la mesa. Hinata se acercó a ella con el vibrador en alto, solo había visto una de esas cosas una vez sin querer en la tele, pero supo muy bien cómo usarlo. Se sentó junto a ella sobre la mesa y mientras con una mano acariciaba sus pechos con la otra comenzaba a acariciarla con el vibrador pero aun de forma superficial. Sakura vio la excitación de su amiga y ya que le daba tanto goce quiso dárselo a ella también. Comenzó a acariciar su sexo y a introducirle los dedos. La joven Hyuuga gemía de placer mientras introducía el vibrador en el interior de su amante poniéndolo en marcha. La pelirrosa gemía y gritaba debido al gran placer que sentía, aquél simple aparato la hacía creerse en el cielo y los exactos movimientos de Hinata la hacían volverse loca de placer. Ambas llegaron al clímax casi al unísono provocando que otra persona que las observaba desde su despacho también se viniera, después de haber disfrutado del espectáculo.

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